El director del Instituto Montessori Canela explica las claves de la pedagogía del futuro

/COMUNICAE/

El Instituto Montessori Canela Internacional es una de las instituciones educativas más pioneras en España en esta pedagogía

Marco Zagal es un chileno afincado en España (Barcelona), padre de 4 hijos, y un entusiasta de la pedagogía, concretamente de la Montessori. Es el fundador y CEO del prestigioso Instituto Montessori Canela Internacional, donde, entre otras cosas, se imparte formación del profesorado y profesionales vinculados a la educación tanto formal como no formal y acompañamiento a familias. Forman parte de la Organización Montessori Internacional y trabajan en red con diferentes proyectos de enseñanza alrededor del mundo. Llegó a España a investigar la relación entre neurociencia y la educación Montessori desarrollando un modelo de formación del profesorado que vincula, neurociencia, desarrollo humano y dicha pedagogía, lo que los convierte en pioneros en la relación de estos tres ejes y únicos en la transferencia de este enfoque a los distintos contextos educativos dentro y fuera de España. Su método está basado sobre todo en la experiencia y la evidencia científica.

El concepto de la pedagogía Montessori
Zagal explica siempre en sus charlas que la educación Montessori no nace de una teoría, «es precisamente la riqueza experiencial, basada en la observación del niño, lo que le da un valor incalculable en estos tiempos. Precisamente todo lo que sabemos de educación formal y que se enseña en las universidades ha nacido de principios teóricos poco explorados en la práctica cotidiana con el alumno. En cambio, Montessori se basa en un estudio riguroso y exhaustivo de las necesidades que tiene el niño para aprender», explica.

«A mí me llama la atención que este hecho no sea tan destacado en la literatura científica contemporánea», se lamenta el experto. «La doctora Montessori indagó en diferentes continentes durante más de 40 años el comportamiento y las necesidades que tiene el niño por construirse como ser humano. Ella fue más allá de lo meramente curricular ya que exploró las distintas dimensiones del ser humano para aportar a una sociedad pacífica, a la construcción del ser humano consciente de sí mismo y de su entorno, con un profundo nivel de autoconocimiento. Esto es muy coherente con los planteamientos de Claudio Naranjo, lamentablemente fallecido hace pocos días y que dan cuenta de la importancia de la educación para cambiar el mundo. Es aquí donde cobra muchísimo valor la visión holística e integradora del ser humano en los tiempos actuales», sostiene.

Cómo plantea Montessori la educación
«Básicamente está centrada en el niño, en cómo aprende y desde ahí se busca favorecer espacios que le permitan adquirir herramientas para la vida y aportar a una sociedad desde la cooperación, la creatividad, la compasión, la solidaridad, el compañerismo, la empatía, el esfuerzo, la tolerancia a la frustración y a la dificultad», entre otras capacidades que puede desarrollar, explica Zagal.

Principales diferencias entre Montessori y la pedagogía más tradicional
«Si hiciéramos un paralelo entre la educación Montessori y la tradicional, veríamos claramente una diferencia importante en que la primera, basada principalmente en planteamientos de la psicología conductista, plantea el aprendizaje como un mero proceso estímulo respuesta, en donde el alumno es un agente pasivo y el adulto es el experto y responsable de decidir si sabe o no algo, con el consiguiente impacto en un valor numérico (la calificación) que viene a decirle lo que vale en la sociedad, cuestión muchas veces respaldada por la propia familia», argumenta el experto en pedagogía.

Además -agrega-«la problemática actual de sostenibilidad de la vida del ser humano en la tierra hace más necesario que nunca ver la educación como una herramienta para aportar seres humanos con una visión y conciencia del entorno que durante el siglo 20 lamentablemente el sistema no ofreció. A veces, cuando leemos en las noticias el acelerado proceso de destrucción del planeta, pareciera que estamos frente a una película de ciencia ficción. Se nos habla que en menos de 100 años tenemos que conseguir otro planeta donde vivir y que en el 2030 si no hacemos algo con el calentamiento global, nuestro planeta entrará en un proceso irreversible.

Todas estas son problemáticas de alguna forma heredada por un sistema educativo centrado en la acumulación de conocimientos y altamente competitivo que perdió de perspectiva el contexto y el entorno natural en que ese conocimiento se construye. Hoy una educación centrada en el ser humano tiene la oportunidad de participar y promover los cambios que necesita la sociedad actual para mantener la vida en el planeta y construir una sociedad que realmente responda a una forma de vida en armonía con la naturaleza y el bien común»- advierte.

Los niños nacen con el deseo de aprender, pero muchas veces lo pierden
Esta realidad se debe a que, según explica Zagal, «uno de los primeros errores es concebir la sala de clases como un mero espacio de recepción de contenidos y, además, contenidos estrictamente curriculares», sostiene.

«Desde una visión centrada en el ser humano como es la educación Montessori, un elemento esencial es comprender que la sala de clases es una prolongación del hogar, donde hay aspectos psíquicos intangibles que son tan esenciales como la infraestructura en la que se desarrolla el acto mismo de educar» explica.

«Es importante mirar la sala de clases y la escuela como un ecosistema biológico, como un Ambiente Preparado que ofrece todas las condiciones para que ese ser humano se desarrolle en óptimas condiciones», puntualiza.

«Todos los seres humanos hemos vivido en un Ambiente Preparado, el vientre materno. El vientre materno es un espacio que ofrece condiciones perfectas para el desarrollo de la vida. Es un espacio que ofrece seguridad, calor, estímulos, movimiento, nutrientes, etc. Es decir, todos hemos experimentado condiciones perfectas para nuestro óptimo desarrollo. Si estas condiciones del vientre materno las mantuviéramos a lo largo de la vida, también estaríamos facilitando el óptimo desarrollo del ser humano», matiza.

Entonces -se pregunta- «cuando llegamos a una escuela, a una sala de clases, este nuevo espacio ¿nos da seguridad? ¿nos da nutrientes? ¿nos da calor? ¿nos da protección? ¿nos permite movernos? ¿nos permite satisfacer nuestras necesidades fisiológicas? Si observamos la presencia de estas características a lo largo de la vida escolar, veremos que en general a mayor nivel educativo, estas condiciones van disminuyendo. Y esto tiene un efecto muy concreto ya que al reducir estas condiciones biológicas básicas de supervivencia del ser humano estamos aumentando el nivel de estrés. El estrés en la escuela es una respuesta biológica de los niños a un entorno que no cubre estás mínimas condiciones de desarrollo de niñas, niñas y jóvenes» – sostiene.

El desinterés por aprender
El experto cree que «en general tiene que ver con el nivel de estrés al que estamos sometiendo a los niños. Su cuerpo está respondiendo biológicamente frente agentes externos que considera no le hacen bien y busca huir, activa entonces distintos mecanismos de evasión. En la literatura científica se habla de estrés positivo y estrés tóxico. El estrés positivo es aquél en que el esfuerzo que tiene que hacer un niño o joven para superar un obstáculo está en función de su capacidad, por tanto, aquí hay un elemento que tiene que ver con la motivación intrínseca. En cambio, cuando se le somete a una presión superior a las capacidades que posee, lo estamos sometiendo a un estrés tóxico, y por tanto, la respuesta es evadirse y alejarse de ese elemento. Es una respuesta natural e instintiva incluso, no tiene que ver con que sean malos alumnos, simplemente las condiciones a las que le estamos sometiendo en una sala de clases muchas veces es ajena a sus intereses, necesidades y realidad, es algo artificial que supera las capacidades que tiene para resolver un problema y es ahí donde cobra vital importancia la observación de los procesos de aprendizaje de cada uno», explica.

Evitar el desinterés en la educación
«Es esencial aprender a observar las necesidades e intereses de aprendizaje que tienen los niños más que los objetivos curriculares que se deben cumplir. Sabemos, y hay bastante evidencia científica al respecto, que los niños aprenden de diferente manera, a diferentes ritmos, que existen periodos sensibles en los que está más predispuesto a un aprendizaje que a otro y estos son elementos que en la práctica de aula, la escuela, los profesores y la familia deben tener en cuenta a la hora de diseñar estrategias didácticas de aprendizaje», explica.

La escuela española y la falta de aplicación de la pedagogía Montessori
En España hay un factor cultural importante a tener en cuenta -explica Marco Zagal, «si no, tan solo copiando lo que se hace en Finlandia ya resolveríamos los problemas educativos o también transformando todas las escuelas en Montessori podríamos sugerir que el problema está resuelto. Pero no es así. Ni Finlandia ni la pedagogía Montessori tienen la respuesta a todos los problemas del sistema actual.
Si recordamos el documental la Educación Prohibida, que ha sido vista por millones de personas, ahí se plantea que el sistema actual obedece a una visión prusiana o militarizada de la escuela, y es un factor que aún, lamentablemente, está presente en muchas escuelas. Afortunadamente desde hace un par de años observamos en España que muchas escuelas públicas están cambiando su práctica de aula, transitando hacia una mirada más centrada en el alumno, cambiando sus salas de clase por Ambientes Preparados para el aprendizaje, sacando los deberes escolares, eliminando las calificaciones, incorporando a las familias en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Aquí no hay una receta mágica, sin duda la educación es una responsabilidad social de todos los estamentos que conforman la sociedad. Toda la familia es un pilar importante y la escuela, como ayudante del proceso de aprendizaje del alumno, no es la principal responsable. Hay una responsabilidad cultural de atribuir a la escuela la responsabilidad de educar a la población. Ambas deben ir de la mano en la construcción de un nuevo ser, en el acompañamiento social, emocional y cognitivo de sus hijos. Es necesario que exista una relación muy estrecha, es un factor elemental a tener en cuenta en los próximos años para cualquier transformación educativa», sostiene.

Educar las emociones
El factor emocional es un elemento vertebrador del aprendizaje de niños y jóvenes para aportar al desarrollo de seres autónomos y libres de pensamiento. «Hoy sabemos, con todas las investigaciones que hay en este ámbito, que el afecto es esencial para el aprendizaje» -recuerda el experto.

«La valoración del error como herramienta de aprendizaje, la empatía, la solidaridad, el aprender a expresar y comunicar lo que uno siente son elementos que están cada día más presentes en las escuelas en general, sobre todo aquellas pioneras que están cambiando radicalmente la forma de gestionar los aprendizajes en el aula. Hay un movimiento importante en Cataluña de escuelas públicas que están cambiando su práctica de aula hacia la creación de espacios de aprendizaje que respondan a las necesidades que tiene el niño por explorar, moverse, equivocarse, crear, descubrir, en definitiva, aprender a convivir en distintos contextos», concluye.

Fuente Comunicae

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