Los signos pueden salvar la comunicación con bebés en época de mascarillas según Tu Guía Montessori

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Este sistema aumentativo de la comunicación potencia el desarrollo del lenguaje

Que el inicio de este curso escolar iba a estar lleno de nuevos desafíos era algo que todos sabían. Padres preocupados y docentes en primera línea de fuego están haciendo lo posible para salvaguardar las dificultades debidas a la pandemia.

Miriam Escacena, guía Montessori, docente y madre de dos niños da a conocer un proyecto que están llevando a cabo en el aula de bebés de una escuela de Murcia.

Escacena es autora del libro “Comunicación con Bebés”, a punto de publicar ya la quinta edición, e imparte regularmente cursos online a los que asisten familias y docentes de la mayoría de países hispanohablantes.

¿En qué consiste la Baby Signs Language?

«Los padres hablamos a nuestros bebés desde el primer día, pero tenemos que esperar alrededor de un año para escuchar sus primeras palabras, y casi dos para que utilicen el lenguaje oral para comunicarse de forma eficaz», explica.

«El baby signing es una técnica de comunicación temprana basada en gestos sencillos que los bebés pueden hacer con sus manitas haciendo de puente hasta el desarrollo del habla. No es un nuevo descubrimiento o moda reciente, los primeros estudios datan de los años sesenta, y en la década de los ochenta se popularizó en EEUU gracias a las investigaciones de Joseph García, así como Susan Godwyn y Linda Acredolo, cuyos resultados fueron realmente interesantes, (aquí se puede leer una de sus publicaciones).

¿Cómo puede ayudar en las escuelas infantiles?

«Hacia los seis meses se produce un importante desarrollo de la psicomotricidad fina, los bebés se descubren sus manitas y empiezan a utilizarlas para agarrar objetos, señalar e incluso imitarnos. Es una etapa en la que empiezan a interesarse mucho por relacionarse e interactuar con las personas de su alrededor, pero aún no pueden utilizar el lenguaje oral, por lo que a veces se sienten frustrados al no poder expresar sus necesidades y deseos. Esto se acentúa en las aulas, ya que una educadora tiene que ocuparse de varios bebés y parece que cuando llora uno lloran todos», expresa.

«Del mismo modo que en muchas culturas enseñamos a los pequeños a decir adiós o tirar besitos con sus manitas, podemos enseñarles muchos más gestos con un significado para ayudarles a expresarse; en realidad, ellos ya lo hacen de forma intuitiva, como por ejemplo cuando hacen el gesto de succión se activa el reflejo de búsqueda cuando tienen hambre, o se rascan sus ojitos cuando tienen sueño», sostiene.

¿Por qué se está despertando tanto interés en este contexto de crisis sanitaria?
«Los bebés necesitan crear un vínculo afectivo de seguridad con sus cuidadores, y a la propia dificultad de no haber desarrollado el lenguaje oral ahora se añade el hecho de que solo pueden ver los ojos de las personas a su cargo, perdiendo mucha información de la comunicación no verbal debido al uso de las mascarillas».

«Es así como desde el aula de bebés del espacio educativo Alma Montessori (escuela que dirige Pedro Valenzuela), se decidió al inicio de este curso comenzar un proyecto de implantar esta técnica.

Ana Fernández, la Guía Montessori a cargo de esta aula, había trabajado en países diferentes con idiomas distintos e incluso tuvo el privilegio de estar en contacto con alumnos sordos en Angola. Tenía la convicción de que iba a funcionar, y así fue como lo planteó a la escuela y decidieron comenzar en el aula Nido y el resto de ambientes utilizando los signos y reforzando con palabras en inglés, ya que es la lengua que utilizan en la escuela.

Además, utilizan mascarillas transparentes con la idea de no perder la expresión facial, reforzando de este modo la conexión entre educadoras y alumnos y la comunicación en los diferentes momentos y rutinas del día».

¿Cuáles son los beneficios?
Según se cuenta desde la escuela, ya están viendo los primeros resultados en apenas dos meses y están llegando incluso más rápido de lo esperado. Los bebés del aula Nido ya signan a su modo con sus manitas y balbucean, se muestran curiosos y observadores en el momento que la educadora hace el signo y pronuncia la palabra, mirando con sus ojos directamente al objeto al que hace referencia.

Se respira más tranquilidad y armonía en el aula, y las familias lo están viviendo con gran interés y apoyo, aprendiendo también los gestos para dar continuidad en el hogar, tal y como hace Ana con su propio hijo de cuatro años, desarrollando una complicidad muy bonita.

Se está elaborando un registro de los signos que está aprendiendo cada pequeño, y no dudan que será una herramienta que les servirá incluso para contar cuentos de una manera muy especial, signar canciones e incluso comunicarse en la distancia o cuando haya una barrera física como el cristal de una ventana. Un gran regalo para todas las familias y al menos un bonito recuerdo que muestra una forma muy creativa de superar uno de los retos que ha planteado esta época tan complicada.

Fuente Comunicae

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